La disciplina y reglamentos claros
corrigen conductas erróneas en el trabajo.
Un empleado será efectivo
si comprende sus funciones y las hace.
Proverbios 29:19 (paráfrasis)
Los tratos entre trabajadores y empleadores a menudo se quiebran por una serie de factores ajenos al trabajo o a las remuneraciones.
Uno de los factores para el éxito es la claridad en los instructivos y buenas relaciones humanas; muchas veces el empleado comprende bien, pero si es obstinado o “sacador de vuelta” no hará lo que se le pide.
Semejante a una empresa, el servicio a Dios tiene dos rutas: comprender lo que Él quiere y hacerlo.
La comprensión no es tan compleja; realizar la acción requiere algo más intencional de parte del creyente.
Se necesita un carácter dispuesto a realizar lo que se pide y un profundo respeto por el que ordena la tarea.
El Señor Jesús relata una historia con diversos resultados en el evangelio de Mateo 25:14-30:
“¡Estupendo!”, le respondió el jefe. “Eres un siervo bueno y fiel. Y ya que has sido fiel con lo poco que deposité en tus manos, te voy a confiar ahora una cantidad mayor. Ven, entra, celebremos tu éxito”.
(Mateo 25:23 NBV)
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