Si abres tus oídos a la necesidad de los pobres y les prestas ayuda, cuando clames a Dios serás oído y Él vendrá en tu ayuda.
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Un obsequio entregado en silencio calma a una persona enojada; un obsequio sincero calma las enemistades.
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Las buenas decisiones de un creyente harán que el mundo sea más justo y equitativo.
Sin duda no hay un buen final para aquel que obra de manera injusta.
Proverbios 21:13-15 (paráfrasis)
Fuimos ese ser creado y en permanente cambio; todo se nos ha dado junto a la inhalación.
En ese proceso se nos regaló por el puro designio y voluntad de Dios la inscripción en el “libro de la vida”, asunto fundamental para nuestra eternidad.
¿Por qué el Señor nos miró?
¿Qué mérito exhibimos para ser considerados aptos en esta incorporación al Reino de los cielos?
Ni los más preciados requerimientos, ni las más grandes obras de bondad podrían abrirnos las puertas, todas ellas fisuradas por el pecado intrínseco que nos rodea.
Como el nacimiento natural, el nacimiento a la vida de Dios se nos otorgó por Gracia pura y persistente de Dios que nos atrajo con “cuerdas de amor”.
Junto a su amor inigualable y la multiforme cantidad de beneficios naturales, se nos dio el sentido de justicia, bondad, liberalidad, benignidad en los tratos con otros seres humanos. Aunque a veces vemos este sentido distorsionado, podemos observar que el creyente que se acerca al Señor va comprendiendo que está en el mundo para bendición de sus semejantes.
En eso se va la vida.
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La noticia del día: Playa del litoral Central de Chile, El Quisco.
(Miramos con nostalgia de confinados en Santiago)