adopta el desprecio hacia lo puro y bueno;
la vileza interior contribuye al descrédito social.
Proverbios 18:3 (paráfrasis)
Charles Manson no mató a nadie con sus manos.
Pero con él iba la muerte y el mal abriendo un camino irreversible a sucesos que –una vez iniciados- resultaron en un descontrol difícil de pronosticar el final.
Sus seguidores (se hacían llamar “la familia”) realizaron los asesinatos más mediáticos en las noticias de California, EEUU. Fueron sentenciados a la pena capital, conmutada por cadena perpetua.
Aquella excesiva historia ha llenado –a través de los últimos 50 años- páginas de periódicos, libros, películas, series, etc. El mal tiene prensa adicta y seguidores que mantienen vivos los mitos.
Manson y su secta hicieron de este proverbio una realidad.
En beneficio del comentario de hoy, rescato que la sobre-exposición de un hecho no constituye una regla conveniente para la sociedad. Hay millones de personas que crecen en hogares disfuncionales que no llegan a estos extremos de vileza. Por el contrario, dedican su vida a mejorar su entorno, hacen aportes valiosos a su generación, son una bendición para sus vecinos; como lo expresa el escritor de la carta a los hebreos: "Algunos anduvieron vestidos con pieles de ovejas y cabras, desposeídos y oprimidos y maltratados. Este mundo no era digno de ellos. Vagaron por desiertos y montañas, se escondieron en cuevas y hoyos de la tierra. Debido a su fe, todas esas personas gozaron de una buena reputación, aunque ninguno recibió todo lo que Dios le había prometido"
Hebreos 11:26-29
Lo esencial –para nuestro consuelo- es que el nombre de cada devoto de Cristo está inscrito en el libro de la vida que es eterno.
Solo por la Gracia de Dios.