vivir con honestidad y justicia,
es más agradable que ofrendas
o sacrificios religiosos.
Proverbios 21: 3
La historia del mundo –y Chile en particular- está plagada de sacrificios religiosos.
Desde Caín que presenta su ofrenda del fruto de su cosecha hasta el feligrés que viaja de rodillas a algún santuario; sacrificios en objetos o humanos.
El rey David comprendió el quid de todo cuando escribe: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.” (Salmos 51:16)
Podemos comprender que está en el ADN la meritocracia.
Dar algo a cambio de algo.
Costo-beneficio.
Un poco de eso hemos visto en la teología de la prosperidad, el sistema de indulgencias o las “mandas” que aun hoy se practican.
Dios nos instruye en la profundidad de su deseo; no hay cosa, objeto, ofrenda o sacrificio que sea suficiente para obtener lo que queremos.
Es más sencillo e incomprensible, solo GRACIA.
Acostumbrados desde la tierna infancia a “portarnos bien” para tener postre o regalos navideños, la Gracia de Dios nos atropella los paradigmas.
Es más fácil dar algo que creer.
Porque la fe involucra lo que somos, lo que pensamos y la interioridad al descubierto.
“Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) … Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.”
Efesios 2: 4-8 NTV.
Somos lo que somos y hacemos lo que hacemos solo por Gracia de Dios.
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